Descubrir Úbeda es un acto de puro deleite. Pasear por sus calles empedradas es sumergirse en un escenario monumental donde cada rincón rezuma historia y belleza. Es, ante todo, un destino para quienes valoran lo auténtico, lo exquisito, lo que perdura. Y si uno decide hacerlo bien, con pausa, con estilo, con esa mirada que busca el detalle, no hay mejor forma de disfrutarlo que alojándose en el Hotel Palacio de Úbeda 5*GL. Porque sí: si uno va a perderse, que sea en un palacio.
Una ciudad de Renacimiento… y de renacimientos
Úbeda es una joya del Renacimiento andaluz, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2003. Su riqueza monumental no es un decorado de postal: es una realidad viva que se despliega a cada paso. El epicentro de esta maravilla arquitectónica es la Plaza Vázquez de Molina, probablemente uno de los conjuntos renacentistas más impresionantes de Europa.
Aquí se concentran monumentos de una elegancia y simetría que solo Andrés de Vandelvira —genio del Renacimiento español— podía concebir: el imponente Palacio de Vázquez de Molina, el esplendor de la Sacra Capilla del Salvador, la serena presencia del Palacio del Deán Ortega o la silueta de Santa María de los Reales Alcázares, construida sobre una antigua mezquita.
Y si se quiere continuar este paseo por la historia, hay que seguir hasta el Hospital de Santiago, una auténtica obra maestra renacentista; visitar el Palacio Vela de los Cobos, aún habitado; o perderse entre patios, torres, miradores y callejuelas hasta alcanzar el Barrio de San Lorenzo. Allí, las leyendas se mezclan con la piedra.
Entre olivares, talleres y secretos
Úbeda no solo es belleza en piedra. Es también el perfume del aceite de oliva virgen extra que impregna su cultura. Desde los miradores, el “mar de olivos” se extiende hasta donde alcanza la vista. En las calles, la tradición artesanal resiste con orgullo: la alfarería sigue viva en manos como las de Paco Tito, cuya casa-museo es visita obligada.
Y si uno afina la mirada —y la sensibilidad—, en ciertos rincones aún se perciben los ecos de otras épocas: leyendas que conviven con la piedra, memorias de santos y poetas, de cortejos solemnes y devociones ancestrales. Porque en Úbeda la historia no se muestra con artificio; se intuye en el aire, se descubre al paso, se vive con naturalidad.
Final con sabor: ruta gourmet por el alma de Úbeda
Una vez entregados al arte y la arquitectura, es hora de rendirse a otro de los grandes placeres de Úbeda: su gastronomía. La ciudad es un verdadero festín para los sentidos, donde los sabores de la tierra se expresan con autenticidad y carácter. Tapear en la calle Real, probar un ochío con morcilla o descubrir recetas tradicionales reinventadas es parte esencial del viaje.
Mención aparte merece La Cantina La Estación, cuyo menú degustación —inspirado en un tren de lujo— es un viaje sensorial desde el primer aceite hasta la última cucharada de postre. O Antique, con su carta dividida entre la tierra, oriente y el mundo, reinterpretando el tapeo con inteligencia y elegancia. Para quienes buscan una cocina más canalla, pero con alma, Misa de 12 sorprende desde una barra sin pretensiones.
La oferta gastronómica de Palacio de Úbeda
Para quienes buscan una experiencia gastronómica verdaderamente exclusiva, nada como sentarse a la mesa del propio Hotel Palacio de Úbeda. Aquí, la cocina se vive en dos espacios con alma propia.
En la Taberna Guadiana, el tapeo tradicional se reinventa con producto local de primera calidad y un ambiente relajado con sabor a historia. Y en el restaurante Ábside, la propuesta sube de nivel: alta cocina basada en el recetario andaluz, menús degustación que cambian según la temporada y una puesta en escena a la altura del palacio que lo acoge. Cada plato es un homenaje contemporáneo a la tierra, al aceite de oliva, a las carnes y hortalizas de Jaén, con el toque refinado que distingue toda experiencia gourmet de verdad.
Dormir en un palacio no es una metáfora
Al final del paseo, cuando el cuerpo ya solo pide descanso y el alma sigue despierta, se abre la joya del viaje. El Hotel Palacio de Úbeda no es un alojamiento. Es una experiencia. Un capricho legítimo. Un lugar donde las paredes hablan de historia, pero las camas susurran confort, donde la piedra se funde con la seda y donde el servicio sabe que cada detalle importa.
Ubicado en el Palacio de los Condes de Guadiana, con su majestuosa torre, sus baños termales, su piscina exterior con vistas a los tejados de la ciudad y una propuesta gastronómica de primer nivel, el hotel redefine lo que entendemos por escapada de lujo.
El verdadero lujo está en saber parar
Y si algo permite Úbeda es parar. Desconectar del ruido. Dejar que el tiempo se dilate entre un masaje y una copa de vino. Entre la contemplación de una portada plateresca y un cóctel al atardecer en la terraza del hotel. Porque aquí, el Renacimiento no es solo un estilo arquitectónico. Es un estado del alma.
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